domingo, 1 de julio de 2012

Capitulo 45


Mientras que ellos estaban sentados, Marc los miraba desde la mesa donde antes estuvieron ellos. Estaba bastante celoso, pero no se pensaba rendir. Tras mucho pensar, decidió dejar claro a Lucia que había entendido que estuviera con José, así podría acercarse cada vez más a ella como un amigo y cuando no estén juntos, poder atacar.
Empezaba a estar cansado. Estar allí no iba a cambiar nada, así que decidió marcharse y dejar a la feliz pareja que se divirtieran juntos. Se despidió de unos amigos y se fue sin muchos ánimos.
A la salida, había un grupo de chicos que ya estaban muy pasados de vuelta. Comprobó el reloj. Eran las 3.00am, todavía era muy temprano. Se alejó de aquellos chicos todo lo que pudo. No les dio una buena impresión. Escuchó unos gritos a su espalda, pero prefirió ignorarlos.
-¡Eh! Te estamos hablando. ¿Tu mami no te enseñó que es de mala educación ignorar a las personas que te hablan?
Marc sabía que si les seguía el juego podría acabar mal. Siguió el camino a su casa. Tenía esperanzas de que cuando desapareciera por la esquina, le dejaran en paz. Pero no fue así. Le persiguieron hasta que le tuvieron en una buena ocasión. Eran como unas cinco personas intentándole sujetar para que no se escapara. Marc intentaba huir, pero era imposible. Aquellos chicos sacaron navajas y le empezaron a amenazar.
-Danos todo lo que lleves encima.
-No llevo nada. Me habéis pillado en un mal momento.- dijo Marc sonriendo.
No soportaron que se burlaran de ellos. Le pusieron contra una pared y comenzaron a pegarle. Tras unos minutos, le dejaron medio muerto en el suelo y se fueron corriendo. Con las últimas fuerzas que le quedaban, intentó llegar a una cabina de teléfono.  No sabía exactamente por qué, pero en vez de llamar al 112, prefirió llamar a otro número. Un número que le hará más que cualquier médico. Necesitaba escuchar la voz de Lucia. Le daba igual que fuera la última vez. Marcó como pudo los nueve dígitos rezando para que no se haya equivocado. Espera unos instantes, cuando al fin alguien responde al otro lado del teléfono.
-¿Si? ¿Quién es? –dijo una voz masculina.
-Hola. ¿Se puede poner Lucia?- dijo con voz dolorida.
-Claro, un momento.
Tardó en ponerse al teléfono. Marc ya temía que le hubieran dejado tirado. Estaba convencido de que quien había contestado, era José.
-¿Quién es?-dijo finalmente Lucia.
-Hola Lucia, soy Marc. Necesitaba escuchar tu voz, me da igual que sea la última vez.
-¿Marc? ¿Qué te pasa? Te noto un poco raro…
-Pues…- dijo Marc sin estar muy convencido de contárselo.
No quería preocuparla ni molestarla y estaba seguro de que si se lo dijera lo haría, porque conociéndola vendría corriendo hacía él. Podría ser un buen momento para comprobar lo que siente por él.
-¿Hola? ¿Marc? ¿Sigues ahí?- dijo Lucia que empezaba a preocuparse.
-Sí.- dijo Marc con un suspiro. Realmente estaba dolorido.- Al salir de la fiesta unos chicos me atacaron.
-¡Oh dios mío! ¿Estás bien? ¿Dónde estás?
-Tranquila, estoy muy cerca. Me atacaron nada más salir. Creo que estoy en la calle Serrano. Ven si quieres.
-Claro que voy. Espera unos minutos, que ya estoy de camino.
Marc sonrió. Al menos durante algunas horas estarán juntos y Lucia estaría muy pendiente de él.
En pocos minutos, Marc, pudo ver a una chica guapísima que se acercaba corriendo hasta él.
-¡Marc! ¿Cómo es que estás aquí tirado?-dijo Lucia que le estaba intentado ayudar a levantarse.
-Pues nada. Descansar.
-¿Has llamado a una ambulancia?
Marc se sorprendió de repente. ¡Se le había olvidado llamarla! Estaba tan emocionado con que estaría con Lucia…
-No. Gasté mis últimas fuerzas en llamarte.
Lucía sonrió. Por muy chulo que pareciera tenía algo que le llamaba la atención.
-¿Y José?- dijo Marc tocándose sus heridas.
-Está llamando a un taxi. Nos vamos directos al hospital.
Se entristeció un poco al escuchar que no estarían solos. Pero la noche todavía era larga y en algún momento tendría que dormir, entonces ese será el mejor momento. El momento en que nadie les podrá interrumpir.
-Mira, por ahí viene.- dijo Lucia dándose la vuelta.
-¿Cómo van las cosas por aquí?- preguntó José un poco fatigado.
-Pues está muy herido. ¿El taxi ya está de camino? –preguntó Lucia.
-Sí. Me ha dicho que vendría lo más rápido que pudiera. Pero, ¿por qué no habéis llamado a una ambulancia?
Lucia y Marc se miraron y sonrieron.
-Es… ¿una larga historia?- dijo Lucia.
Esperaron sentados en un banco hasta que el taxi apareció por la esquina. Ayudaron a caminar a Marc hasta sentarlo en el coche.
-Buenas noches, ¿nos podría llevar al hospital?
-Claro, súbanse.
El taxista comprobó el estado del chico.
-¿Es muy grave?- preguntó un poco intrigado.
Nadie sabía qué contestar.
-Creemos que sí. Superficialmente está muy herido.- terminó diciendo José.
El viaje fue un poco largo. Estábamos casi en las afueras y el hospital estaba en el centro. Lucia y José intentaban hacer presión en las heridas para que no le doliera tanto y no dejaran escapar la sangre. Todo estaba siendo tan difícil…
-Ya hemos llegado.- dijo el taxista tras unos largos minutos.
-Lucia, tú acompaña a Marc a dentro, ahora voy. Mientras yo voy pagando.
Lucia salió del coche y, lentamente, ayudó a Marc. Entraron al hospital y buscaron a una enfermera que estuviera libre para que les atendiesen rápido.
-Hola señorita. ¿Qué le ocurre?- preguntó una chica de mediana edad.
-Pues verá. A este chico le han dado una paliza, y creemos que esta gravemente herido. Necesitamos que le miren a ver si le pasa algo.
-¿Puede andar?
-Difícilmente, pero sí.
-Bueno, para que no haga esfuerzos, os voy a dar una silla de ruedas. Síganme por favor.
Lucia ayudó a Marc a sentarse cómodamente, después fue empujando la silla para que no tuviera que hacer nada.
-Gracias, Lucia.- dijo Marc intentando buscar sus ojos.
-¿Gracias? ¿Por qué?
-Porque me estás ayudando a pesar de todo lo que te hice. Y eso hay que agradecértelo.
Lucia sonrió. Ahora mismo ni se acordaba de su pasado. Tan solo era una amiga que ayudaba a otro amigo porque estaba mal. Realmente mal. Por una parte estaba preocupada, ya llevaban ahí dentro unos minutos y todavía José no había aparecido por allí. ¿Se habrá perdido?
-Bueno, esperen aquí. Les garantizo que no tardarán en llamarles.- dijo la enfermera señalando la sala de espera.
-Muchas gracias.- dijo Lucia con una sonrisa poco creíble.
Se sentaron en las sillas del fondo. Los dos sabían que iban a acabar hablando y no querían molestar a las demás personas que había en la sala.
-Y también me siento un poco mal.- dijo finalmente Marc.
-¿Por qué?- dijo Lucia sorprendida. No se esperaba para nada ese comentario.
-Pues porque, si no me hubiera pasado nada, si no te hubiera llamado, todavía estarías con José en vez de estar en el hospital.
-Mira no digas eso. Agradezco que me hayas llamado, porque si no posiblemente todavía estarías en el suelo. Sin poder casi ni moverte. Y ahora estamos aquí esperando a que te llamen para ver si tienes algo grave. ¿Vale? Así que esos pensamientos quítatelos de la cabeza. ¿Somos amigos no? Y los amigos están para los momentos malos y buenos.
-Amigos- pensó Marc. Esa palabra, se le quedó en la cabeza y, aunque a muchos le gusta esa palabra, para él era la peor que le podían decir en ese momento. Si fueran algo más que amigos, quizás el no estuviera en aquel hospital. Si fueran algo más que amigos, no me hubiera ido de la fiesta. Pero claro, solo somos amigos.
Marc quedó atrapado en sus pensamientos, y no prestaba atención a todo lo que le rodeaba. En ese momento José llegó a la sala de espera.
-Espera un momento.- dijo Lucia a Marc, levantándose para hablar con su novio.
-¿Qué tal está?- preguntó José.
-Todavía no nos han dicho nada. Solo que esperemos aquí, que en seguida vendrían y que le mirarían a fondo. Espero que todo se quede en un simple susto.
Lucia abrazó con mucha fuerza a José. Necesitaba estar con alguien que la apoyara. Ahora mismo todos están muy asustados. Lucia no paraba de repetir siempre lo mismo: ‘’Es normal que esté preocupada, ¿no? Los amigos se preocupan los unos de los otros. Sí. Será eso. Solo somos amigos. No tiene que significar que me guste… ‘’ Ella está a gusto con José. Pero ahora no es momento para estar pensando en esas cosas.
-Marc, ya puede pasar.- dijo una chica a través de megafonía.
Lucia fue hacía donde estaba Marc para volver a empujar la silla. Les llevaron a una sala donde había una doctora y un enfermero. Parecían jóvenes.
-Buenas noches, ¿qué ha ocurrido?
Marc, Lucia y José se miraron. Alguien tenía que contar la historia. Esta vez fue José quien la contó. Cuando pasaron unos minutos, los médicos le tumbaron en una camilla y le examinaron atentamente…
-De momento parece algo grave, pero hay que hacerle unas pruebas para asegurarse de que le pase algo. Deben de seguir esperando un poco más en la sala de espera.
Ya empezaban a estar cansados. Cansados de esperar. Cansados de que nadie les diga nada de lo que está pasando…
-Marc espero que no sea nada grave.- dijo José nada más entrar de nuevo en la sala de espera.
Marc ignoró por completo el comentario que hizo José. No le importaba lo que él pensara. Ahora no estaba para pensar demasiado. Realmente estaba dolido. Tenía el cuerpo lleno de heridas. No sabía lo que realmente le pasaba.

Capitulo 44


Se quedaron realmente sorprendidos al ver que aquel joven estaba allí.
-¿Qué haces aquí?- preguntó Lucia un poco enfadada.
-Te recuerdo que esto es una fiesta. Puede venir cualquier persona.
Era una situación incómoda. Nadie sabía qué hacer exactamente.
-Bueno, ¿me dejas bailar un poco con ella? –preguntó tras unos segundos de silencio.
José y Lucia se miraron. No se querían separar, pero ambos sabían que por un baile no iba a pasar nada.
-Claro. Cuídamela.- dijo José acercándose a Lucia para besarla.
El chico se acercó a ella y la cogió de las manos.
-¿Qué quieres realmente, Marc?- dijo Lucia que no podía aguantar más.
-Yo lo que quiero ya te lo dije. Te quiero a ti.
Lucia cada vez se sentía más incómoda. Con todo lo que la había costado decidirse… ahora otra vez viene con el mismo cuento.
-Marc, yo tengo novio y le quiero con locura. Y por mucho tiempo que pase, no le dejaré de querer.
Marc sonrió. A él le daba igual que Lucia tuviera o no novio. Sabía que nada era para siempre y que en cualquier momento ellos se iban a separar, por unas circunstancias o por otras, pero debía esperar.
La música sonaba en todo el recinto.  José los miraba distantes apoyado en la mesa de la bebida.
-¿Sabes?- dijo Marc mirándola a los ojos.- Estás guapísima.
-Gracias.- dijo Lucia sin apenas mirarle.
En ese momento, Marc, se dio cuenta de que si la presionaba, no iba a conseguir nada. Debía pensar en un plan, pero ahora prefería disfrutar de aquel baile.
Tras unos minutos, la música paró y la mayoría de personas se fue a descansar.
-Marc, me voy a beber algo.-dijo buscando con la miraba a José.
Fue difícil llegar a la mesa donde se encontraba su novio, pero con esfuerzo lo consiguió.
-¿Te has aburrido mucho?- dijo Lucia acercándose tímidamente hacia su boca.
-Un poco. Pero la espera ha merecido la pena.- dijo José aceptando el beso de Lucia.
Estuvieron un tiempo hablando, hasta que decidieron que en aquel sitio hacía demasiado ruido. Fueron a los alrededores, aunque se escuchara el ruido, era mucho menor.
Lucia no se encontraba muy bien. En poco tiempo su expresión cambió, le dolía un montón la cabeza y no sabía exactamente por qué era. Suponía que era por la música, así que no lo dio mucha importancia.
-¿Qué te pasa, cielo? –preguntó José un poco preocupado al ver la cara de Lucia.
-No me encuentro muy bien. Pero será por la música. Necesito relajarme un poco. Será lo mejor.
José se quitó la chaqueta que llevaba y la colocó como manta en el suelo para poder sentarse sin que se mancharan.
-¿Quieres sentarte en poco?- dijo José invitándola con un gesto.
-Claro.- dijo Lucia sonriendo.
Se sentaron juntos mirando el horizonte. Lucia se apoyó en el hombro de José. Así pasaron los minutos. Lucia notó como que alguien les estuviera observando, pero la daba igual. Ahora estaba a gusto. 

miércoles, 29 de febrero de 2012

Capitulo 43


-Bueno, ¿qué querías decirme?- dijo Lucia intrigada.
-Bueno, no es una sorpresa. Es más una pregunta que solo podía decirte cara a cara, y creo que en la fiesta no vamos a poder tener intimidad.
-Pues pregúntame.- dijo Lucia con una sonrisa.
-Verás… no es una pregunta muy adecuada, pero hace tiempo que me la llevo preguntando. ¿Quieres ser mi novia oficialmente?
Lucia se sorprendió. Lo cierto es que nunca se lo propusieron. Era una relación un tanto raro. Con todo lo que habían pasado juntos… muchas veces lo daba por hecho, pero no lo era.
-Pues claro. Tú para mí ya lo eres.
José quedó aliviado al escuchar esas palabras. Para él, ella también lo era, pero no estaba seguro.
-Estás realmente espectacular.- dijo José mirándola de arriba a debajo de nuevo.
-Jajaja. Gracias, tú estás igual, ¿eh? Esta noche quieres poner celosa cuando estés con otras chicas.
-Lo mismo te diré cuando estés con otros chicos.
-José, yo solo te quiero a ti.- dijo Lucia segura de lo que había dicho.
Hace un rato, se prometió que Marc había desaparecido de su vida. Y está claro que José la quiere. No va a arruinar su vida, que parece ir arreglándose poco a poco.
-Y yo a ti.- dijo José besando a Lucia.
-Ya casi hemos llegado, ¿no?- dijo Lucia sonriendo.
-Sí, es allí.
Había mucha gente en la fiesta. Ya era de noche, por lo que el cementerio aún parecía más terrorífico. Lucía miró a simple vista. No encontraba a Marc. ‘’Mejor’’ pensó.
-¿Quieres bailar?- preguntó José.
-Claro. Vamos.
Los dos se acercaron a la ‘’pista de baile’’. En ese momento sonaba una música rockera. Todos bailaban salvajemente. Cada uno como podía y sabía. A penas había sitio para bailar.
Lucia empezó a moverse junto a José. Este sonrió y empezó a imitarla. Se reían y bailaban alegremente hasta que, de repente, una música lenta sonó en el aquel lugar. Ambos se miraron. Se quedaron enfrente, el uno del otro. Se abrazaron y comenzaron a bailar. Era la típica música de un final de película. Pero para ellos todavía les quedaba cuento. Toda una vida.
-Te quiero.- susurró José mientras miraba fijamente a Lucia.
-Yo también.- respondió Lucia.
Antes de poder darse un beso, alguien interrumpió a José, dándole unos golpecitos en el hombro.
-¿Me permites bailar con ella?- preguntó un joven con una camisa y unos vaqueros. 

domingo, 26 de febrero de 2012

Capitulo 42


-Hola, Lucia. Siento haberte hecho esperar demasiado. La verdad, es que no necesitábamos ninguna editora, pero viendo la información que nos mandaste, hemos decidido aceptarte. Si todavía sigues interesada, mándanos un mensaje con tu respuesta. Enseguida te responderemos con las indicaciones que tienes que hacer. Un saludo.
Lucia sonrió. Hace un mes que solicitó ser la editora de una página muy visitada. Lo único que tenía que hacer era editarla con banners y cosas así. Ahora con el poco tiempo que tiene, ¿podrá hacerse cargo de la página? Una preocupación más. Decidió darle al botón Responder:
-Hola, me hace mucha ilusión que me aceptéis. La verdad, es que últimamente no dispongo de mucho tiempo. Menos del que me gustaría. Pero sacaré tiempo y me haré cargo de la página. Espero vuestro mensaje con las instrucciones. Saludos.
Rezando para quela página no la entorpezca más de lo que está últimamente, le da al botón de ‘’enviar’’.
Por un momento, recordó que esta noche había quedado. Mira la hora. Las 20.00. Muy tarde, pero todavía puede conseguirlo. Se prepara lo más rápido posible. Se quitó la ropa que se había puesto esa mañana para quedar con José. Busca algo rápido. Menos mal que hace unas horas decidió darse una ducha. Lucia sonríe al ver que el vestido adecuado apareció de repente. Es el perfecto. Un vestido ajustado negro que se abría un poco por abajo. Era corto. Perfecto para una noche un poco cálida. Recuerda que era el que se quería poner la primera noche que quedó con José. Se alisó un poco el pelo y se lo recogió con una coleta. La gustaba. Cogió un bolso que se había comprado hace poco. En él metió el móvil, las llaves, y el monedero con un poco de dinero. ‘’Nunca se sabe’’ pensó. Espera que aquella noche sea relajada. Lo máximo que se pueda en un cementerio. Se mira por última vez en el espejo. Está lista. Sale de la habitación y baja con cuidado las escaleras. Todavía tenía miedo a sus nuevos tacones. Antes de poder salir por la puerta, su madre la vio:
-Hija, ¡estás espectacular!
-Gracias, mamá.
-¿A qué hora vas a volver?
Lucia pensó. No quiere volver pronto. Quiere estar con José.
-Pues no lo sé muy bien. Volveré antes del amanecer.- dijo Lucia sonriendo.
-Más te vale.
Lucia, antes de que su madre la hiciera más preguntas, salió por la puerta. Antes de cruzar la calle, su teléfono sonó.
-¿Diga?- preguntó Lucia.
-Hola, Lucia. Soy José. Dime que no estás muy lejos de tu casa.
-Jajaja. Pues no, acabo de salir.
-Menos mal. Es que te quería dar una sorpresa. Estoy de camino. No tardo en llegar.
-Vale, yo te espero aquí.
Ahora Lucia estaba aún más nerviosa. ¿Qué será la sorpresa?
Sonríe. Se da cuenta de que la mayoría de días que se han visto, se han dado una sorpresa el uno al otro. ¿Cuánto durará? Lucía resopla. Es feliz cuando está con José, pero por alguna razón Marc no deja de aparecer en su mente. ¡Ya está harta! Quiere olvidar a Marc con todas sus fuerzas. Siempre la ha traído problemas. No la merece. Sin quererlo, se le escamó una lágrima. Una lágrima que confirmó la sentencia de Lucia. Se secó rápidamente al ver llegar a José.
-Hola.- dijo Lucía intentando ocultar que acababa de llorar.
-Hola. Estás realmente guapa.- dijo mirándola de arriba a abajo.
-Gracias. Aquí el guapo eres tú.
-Bueno, ¿vamos?

Capitulo 41


Porqué a mí. Hace un mes, estaba sola. Sin nadie que la quisiera. Pero ahora… tiene a dos personas que luchan por ella. Una, ya tiene conquistado su corazón, pero la otra, está entrando poco a poco en él. ¿Irá a la fiesta de esta noche? Lo último que necesita es encontrarse con él. Ahora mismo, lo único seguro es que cuando está con José, el mundo no existe. Todo es perfecto. Pero… Marc tiene algo que todavía la llama la atención, y un cuerpo de escándalo.
-Maldito destino.- pensó Lucia.
Todos la miraban en la mesa. Estaba como ausente.
-Tata, ¿te pasa algo?- preguntó Lydia.
-No, cielo. Va todo bien.
Deseaba que la comida terminara rápido. No tenía ganas de hablar con nadie. No podía contarle lo que pensaba a nadie, y eso la comía por dentro. Posiblemente si se lo diga a José, se enfade. Y ya no tiene amigas, pero está orgullosa de ello. Lo que más añora son las tardes con todas las chicas. Hablaban de todo las novedades, hacían una sesión completa de maquillaje y se quedaban a dormir todas juntas.
-¿Quieres más?- preguntó su madre.
-Gracias, pero no tengo hambre.
-Vale. Si necesitas algo, avísanos.
Lucía no tenía hambre. Quería estar sola.
-Ya he terminado. Me voy a mi habitación.- dijo Lucia levantándose se la mesa.
Subió y abrió su correo. Se impresionó mucho al ver que había recibido un mensaje que había esperado durante mucho tiempo, pero que últimamente, no se acordaba de ello.