Mientras que ellos estaban
sentados, Marc los miraba desde la mesa donde antes estuvieron ellos. Estaba
bastante celoso, pero no se pensaba rendir. Tras mucho pensar, decidió dejar
claro a Lucia que había entendido que estuviera con José, así podría acercarse
cada vez más a ella como un amigo y cuando no estén juntos, poder atacar.
Empezaba a estar cansado. Estar
allí no iba a cambiar nada, así que decidió marcharse y dejar a la feliz pareja
que se divirtieran juntos. Se despidió de unos amigos y se fue sin muchos
ánimos.
A la salida, había un grupo de
chicos que ya estaban muy pasados de vuelta. Comprobó el reloj. Eran las
3.00am, todavía era muy temprano. Se alejó de aquellos chicos todo lo que pudo.
No les dio una buena impresión. Escuchó unos gritos a su espalda, pero prefirió
ignorarlos.
-¡Eh! Te estamos hablando. ¿Tu
mami no te enseñó que es de mala educación ignorar a las personas que te
hablan?
Marc sabía que si les seguía el
juego podría acabar mal. Siguió el camino a su casa. Tenía esperanzas de que
cuando desapareciera por la esquina, le dejaran en paz. Pero no fue así. Le
persiguieron hasta que le tuvieron en una buena ocasión. Eran como unas cinco
personas intentándole sujetar para que no se escapara. Marc intentaba huir,
pero era imposible. Aquellos chicos sacaron navajas y le empezaron a amenazar.
-Danos todo lo que lleves encima.
-No llevo nada. Me habéis pillado
en un mal momento.- dijo Marc sonriendo.
No soportaron que se burlaran de
ellos. Le pusieron contra una pared y comenzaron a pegarle. Tras unos minutos,
le dejaron medio muerto en el suelo y se fueron corriendo. Con las últimas
fuerzas que le quedaban, intentó llegar a una cabina de teléfono. No sabía exactamente por qué, pero en vez de
llamar al 112, prefirió llamar a otro número. Un número que le hará más que
cualquier médico. Necesitaba escuchar la voz de Lucia. Le daba igual que fuera
la última vez. Marcó como pudo los nueve dígitos rezando para que no se haya equivocado.
Espera unos instantes, cuando al fin alguien responde al otro lado del
teléfono.
-¿Si? ¿Quién es? –dijo una voz
masculina.
-Hola. ¿Se puede poner Lucia?-
dijo con voz dolorida.
-Claro, un momento.
Tardó en ponerse al teléfono. Marc
ya temía que le hubieran dejado tirado. Estaba convencido de que quien había
contestado, era José.
-¿Quién es?-dijo finalmente Lucia.
-Hola Lucia, soy Marc. Necesitaba
escuchar tu voz, me da igual que sea la última vez.
-¿Marc? ¿Qué te pasa? Te noto un
poco raro…
-Pues…- dijo Marc sin estar muy
convencido de contárselo.
No quería preocuparla ni
molestarla y estaba seguro de que si se lo dijera lo haría, porque conociéndola
vendría corriendo hacía él. Podría ser un buen momento para comprobar lo que
siente por él.
-¿Hola? ¿Marc? ¿Sigues ahí?- dijo
Lucia que empezaba a preocuparse.
-Sí.- dijo Marc con un suspiro.
Realmente estaba dolorido.- Al salir de la fiesta unos chicos me atacaron.
-¡Oh dios mío! ¿Estás bien? ¿Dónde
estás?
-Tranquila, estoy muy cerca. Me
atacaron nada más salir. Creo que estoy en la calle Serrano. Ven si quieres.
-Claro que voy. Espera unos
minutos, que ya estoy de camino.
Marc sonrió. Al menos durante algunas
horas estarán juntos y Lucia estaría muy pendiente de él.
En pocos minutos, Marc, pudo ver a
una chica guapísima que se acercaba corriendo hasta él.
-¡Marc! ¿Cómo es que estás aquí
tirado?-dijo Lucia que le estaba intentado ayudar a levantarse.
-Pues nada. Descansar.
-¿Has llamado a una ambulancia?
Marc se sorprendió de repente. ¡Se
le había olvidado llamarla! Estaba tan emocionado con que estaría con Lucia…
-No. Gasté mis últimas fuerzas en
llamarte.
Lucía sonrió. Por muy chulo que
pareciera tenía algo que le llamaba la atención.
-¿Y José?- dijo Marc tocándose sus
heridas.
-Está llamando a un taxi. Nos
vamos directos al hospital.
Se entristeció un poco al escuchar
que no estarían solos. Pero la noche todavía era larga y en algún momento
tendría que dormir, entonces ese será el mejor momento. El momento en que nadie
les podrá interrumpir.
-Mira, por ahí viene.- dijo Lucia
dándose la vuelta.
-¿Cómo van las cosas por aquí?-
preguntó José un poco fatigado.
-Pues está muy herido. ¿El taxi ya
está de camino? –preguntó Lucia.
-Sí. Me ha dicho que vendría lo
más rápido que pudiera. Pero, ¿por qué no habéis llamado a una ambulancia?
Lucia y Marc se miraron y
sonrieron.
-Es… ¿una larga historia?- dijo
Lucia.
Esperaron sentados en un banco
hasta que el taxi apareció por la esquina. Ayudaron a caminar a Marc hasta
sentarlo en el coche.
-Buenas noches, ¿nos podría llevar
al hospital?
-Claro, súbanse.
El taxista comprobó el estado del
chico.
-¿Es muy grave?- preguntó un poco
intrigado.
Nadie sabía qué contestar.
-Creemos que sí. Superficialmente
está muy herido.- terminó diciendo José.
El viaje fue un poco largo.
Estábamos casi en las afueras y el hospital estaba en el centro. Lucia y José
intentaban hacer presión en las heridas para que no le doliera tanto y no
dejaran escapar la sangre. Todo estaba siendo tan difícil…
-Ya hemos llegado.- dijo el
taxista tras unos largos minutos.
-Lucia, tú acompaña a Marc a
dentro, ahora voy. Mientras yo voy pagando.
Lucia salió del coche y,
lentamente, ayudó a Marc. Entraron al hospital y buscaron a una enfermera que
estuviera libre para que les atendiesen rápido.
-Hola señorita. ¿Qué le ocurre?-
preguntó una chica de mediana edad.
-Pues verá. A este chico le han
dado una paliza, y creemos que esta gravemente herido. Necesitamos que le miren
a ver si le pasa algo.
-¿Puede andar?
-Difícilmente, pero sí.
-Bueno, para que no haga
esfuerzos, os voy a dar una silla de ruedas. Síganme por favor.
Lucia ayudó a Marc a sentarse
cómodamente, después fue empujando la silla para que no tuviera que hacer nada.
-Gracias, Lucia.- dijo Marc
intentando buscar sus ojos.
-¿Gracias? ¿Por qué?
-Porque me estás ayudando a pesar
de todo lo que te hice. Y eso hay que agradecértelo.
Lucia sonrió. Ahora mismo ni se
acordaba de su pasado. Tan solo era una amiga que ayudaba a otro amigo porque
estaba mal. Realmente mal. Por una parte estaba preocupada, ya llevaban ahí
dentro unos minutos y todavía José no había aparecido por allí. ¿Se habrá
perdido?
-Bueno, esperen aquí. Les
garantizo que no tardarán en llamarles.- dijo la enfermera señalando la sala de
espera.
-Muchas gracias.- dijo Lucia con
una sonrisa poco creíble.
Se sentaron en las sillas del
fondo. Los dos sabían que iban a acabar hablando y no querían molestar a las
demás personas que había en la sala.
-Y también me siento un poco mal.-
dijo finalmente Marc.
-¿Por qué?- dijo Lucia
sorprendida. No se esperaba para nada ese comentario.
-Pues porque, si no me hubiera
pasado nada, si no te hubiera llamado, todavía estarías con José en vez de
estar en el hospital.
-Mira no digas eso. Agradezco que
me hayas llamado, porque si no posiblemente todavía estarías en el suelo. Sin
poder casi ni moverte. Y ahora estamos aquí esperando a que te llamen para ver
si tienes algo grave. ¿Vale? Así que esos pensamientos quítatelos de la cabeza.
¿Somos amigos no? Y los amigos están para los momentos malos y buenos.
-Amigos- pensó Marc. Esa palabra, se le quedó en la cabeza y, aunque
a muchos le gusta esa palabra, para él era la peor que le podían decir en ese
momento. Si fueran algo más que amigos, quizás el no estuviera en aquel
hospital. Si fueran algo más que amigos, no me hubiera ido de la fiesta. Pero
claro, solo somos amigos.
Marc quedó atrapado en sus
pensamientos, y no prestaba atención a todo lo que le rodeaba. En ese momento
José llegó a la sala de espera.
-Espera un momento.- dijo Lucia a
Marc, levantándose para hablar con su novio.
-¿Qué tal está?- preguntó José.
-Todavía no nos han dicho nada.
Solo que esperemos aquí, que en seguida vendrían y que le mirarían a fondo.
Espero que todo se quede en un simple susto.
Lucia abrazó con mucha fuerza a
José. Necesitaba estar con alguien que la apoyara. Ahora mismo todos están muy
asustados. Lucia no paraba de repetir siempre lo mismo: ‘’Es normal que esté
preocupada, ¿no? Los amigos se preocupan los unos de los otros. Sí. Será eso.
Solo somos amigos. No tiene que significar que me guste… ‘’ Ella está a gusto
con José. Pero ahora no es momento para estar pensando en esas cosas.
-Marc, ya puede pasar.- dijo una
chica a través de megafonía.
Lucia fue hacía donde estaba Marc
para volver a empujar la silla. Les llevaron a una sala donde había una doctora
y un enfermero. Parecían jóvenes.
-Buenas noches, ¿qué ha ocurrido?
Marc, Lucia y José se miraron.
Alguien tenía que contar la historia. Esta vez fue José quien la contó. Cuando
pasaron unos minutos, los médicos le tumbaron en una camilla y le examinaron
atentamente…
-De momento parece algo grave,
pero hay que hacerle unas pruebas para asegurarse de que le pase algo. Deben de
seguir esperando un poco más en la sala de espera.
Ya empezaban a estar cansados.
Cansados de esperar. Cansados de que nadie les diga nada de lo que está pasando…
-Marc espero que no sea nada
grave.- dijo José nada más entrar de nuevo en la sala de espera.
Marc ignoró por completo el
comentario que hizo José. No le importaba lo que él pensara. Ahora no estaba
para pensar demasiado. Realmente estaba dolido. Tenía el cuerpo lleno de
heridas. No sabía lo que realmente le pasaba.