Ya había llegado. La estaba
esperando. Estaba sonriente.
-Hola, amor. ¿Qué tal estás?- dijo
José abrazándola.
¿Se la notaba? Seguramente él lo
veía. Ella era muy transparente.
-Pues no muy bien. Te tengo que
contar una cosa que me ha pasado hoy.
-¿Es muy grave?- dijo un poco
preocupado.
-Uff… escucha y luego valora.
Estaba nerviosa por la reacción
que podría tener José al contarle las cosas. Pero era algo que debía hacer. Era
necesario:
-Pues yo hace unos años, tenía un
novio que me hizo mucho daño. Y desde entonces decidí no volver a salir con un
chico, hasta que te vi a ti. Yo no soy nada atrevida, a demás, hice una promesa
que iba a cumplir. Pero contigo me fue difícil. Sentí un flechazo. Al verte,
mis piernas se movieron solas y fueras hacia tu encuentro. Pero bueno, ese no
es el caso. Ese chico que me hizo tanto daño, se ha presentado hoy. En la
puerta del instituto, y me ha dicho que quiere recuperarme. Que siente mucho
todo el daño que me hizo…
José sentía que le clavaban una
gran lanza en el pecho.
-Y supongo que tú querrás volver
con él, ¿no?- dijo casi sin poder hablar.
-No. Yo no quiero volver con él.
Esa promesa la hice por su culpa. Yo no olvido. Y pienso en el presente. Y mi
presente está contigo. A tu lado. Y porque un chico al que prácticamente se podría
decir que le odiase venga a decirme que me quiere, no va a cambiar nada.
Tras esas últimas palabras, José
empezaba a coger aliento. Sentía que volvía a respirar.
-Muchas gracias.- dijo José
mirándola a los ojos.
-Gracias, ¿por qué?
-Por elegirme a mí, en vez de a
él.
-No tienes porque dar las gracias
por algo que no tiene mucha complicación. Yo te quiero.
Lucia se abalanzó a la boca de
José y, tímidamente, le dio un beso. Un beso muy dulce.
-No sé que hubiese hecho si, hace
unos minutos, me hubieses abandonado.
-Tranquilo. Por el momento no lo
voy a hacer.- dijo Lucia sacándole la lengua.
-¿Por el momento? ¿Tienes pensado
dejarme más adelante?
-Posiblemente.- dijo Lucia
riéndose.
-Pues entonces te tendré que
demostrar que soy el chico de tus sueños.
-Demuéstramelo.- dijo Lucia
susurrándole en el oído.
En ese momento, José besó a Lucia
apasionadamente. Ese era uno de esos besos que no se te olvidaban en mucho
tiempo.
-¿Te lo he demostrado ya?- dijo
José, que ahora era él quien la susurraba en el oído.
-Puede ser…- dijo Lucia dándole
otro beso.
Al acabar, José dijo unas frases
de lo más profundo de su alma:
-Por favor. Nunca me dejes.
-Nunca lo haré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario