Tras esa tarde con José, no tenía
ninguna duda. Estaban hechos el uno para el otro. Marc, solo era un obstáculo.
Un obstáculo en su vida. No le quería. Realmente nunca se enamoró de él. Era un
capricho. Un capricho por ser el chico más guapo de todos. Pero ahora tiene uno
mejor. Le encanta. Le quiere y no la hace daño. Es perfecto. Como es la vida.
Hace unos meses pusieron un reportaje por la televisión de cuántos españoles
habían conseguido a su media naranja. En aquellos tiempos ella no creía en
aquellas cosas. Simplemente, creía que no existían. Pero se equivocaba y José
era la prueba de ello. Él es el chico con quien quiere compartir toda su vida.
Estaba decidida a contarle que estaba saliendo con José cuando llegara a casa. No
podía aguantarlo más. Tenía que gritar. No podía retenerlo dentro. Quería
gritar que amaba a José. Que era el hombre de su vida. Era un cuento de hadas.
Si aquello era un sueño, no quería despertar. No quería volver al mundo real.
En unos pocos minutos después, Lucia llegó a su casa. Encontró a su madre en la
cocina. Por suerte, estaba sola.
-Hola mami, te tengo que contar
una cosa.
-Dime. Soy toda oídos.- dijo Paula
sentándose en una silla.
-Pues verás. ¿Recuerdas al
camarero que nos atendió en aquel restaurante cuando fuimos a Faunia?- dijo
Lucia.
-Hmm. Sí más o menos.
-Pues, hemos quedado para salir
mañana.
-Parecía un buen chico. Ten
cuidado, ¿eh?
Lucia sonrió. Por una vez no
tendría que mentir a su madre sobre con quién estaría mañana. No sabe todas las
cosas que han hecho durante esta semana.
-Sí. Tú sabes que yo soy
responsable.
-Bueno. Eso habría que verlo.
-¿Acaso lo dudas?- dijo Lucia
entre risas.
-Bueno. Ahora tengo que seguir
limpiando la casa.
-Vale mami.
Lucia salía contenta de la cocina.
Al fin y al cabo, su madre se lo había tomado bien. Quizás, demasiado bien. Pero
no iba a poner pegas. En esos instantes, su vida no podía ser mejor. Era feliz.
No le importaba nada. Pero, de repente, un sentimiento de culpabilidad la
invadió por completo. Marc. ¿Por qué se sentía así? Él la hizo sufrir. Ahora es
su turno. A demás, le advirtió que tenía novio. Entonces, ¿por qué tenía esa
sensación? Necesitaba olvidarse de Marc por completo. Como hace unos días. Él
ya no existía en su vida. Había desaparecido. Pero ha regresado y por más que
lo intentara, solo se podía olvidar de él cuando estaba con José. Tras este
último pensamiento, encendió su portátil. ¿Alguna novedad? Seguramente no. Pero
por probar… rápidamente inició sesión en
su MSN. Nada más conectarse, una lucecita naranja la anunciaba que alguien la
estaba hablando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario