Tras una
dura y larga semana al fin el sol se asoma por la ventana. Era sábado por la
mañana. Era verano y tenía mucho calor. Llevaba un pijama de tirantes celestes
y unos pantalones cortos de igual color. Me encantaba ese pijama. Nada más
levantarme, encendí el ordenador. A mis 14 años me había vuelto una obsesa de
la música. En la pantalla del portátil se podía ver un mensaje: ‘’Windows se
está iniciando’’ Me fui al baño un momento y regresé. Me gustaba mi habitación.
Nada más entrar por la puerta, podía divisar una gran ventana que daba al patio
que ahora estaba lleno de pájaros y de grandes rallos de sol que lo iluminaban.
Enfrente de la ventana, se encontraba mi cama. Era una cama corriente, pero muy
cómoda. A la derecha de la puerta, tenía una mesita de estudio. Allí era donde
solía estar el portátil, pero esta vez decidí cogerlo y ponerlo sobre mis
rodillas mientras estoy en la cama.
Antes de
coger el portátil, escuché una voz muy dulce diciéndome que fuera un segundo.
Era la voz de mi hermana pequeña, tenía apenas 5 años.
-Dime Lydia-
contesté.
-Papá y
mamá me han dicho que hoy nos vamos a Faunia. Asique vete vistiendo que salimos
dentro de 1 hora.
-¿A
Faunia?
-Sí- dijo
con una sonrisa, en la que se podía ver que le faltaban parte de sus pequeñitos
dientes de leche.
-Vale,
vale. Ahora me visto y bajo a desayunar. No tardaré. Lo prometo.- dije
levantando la mano derecha.
-¡¡Vale!!
– dijo Lydia con una gran sonrisa en la cara y imitando el gesto de su hermana.
‘’Creo
que tendré que dejar mi plan para otro día’’-pensé. Me apetecía mucho tumbarme
en la cama y escuchar música al mismo tiempo que chateo con mis compañeras de
clase. Pero no podía ser. Puse música mientras decidía que ropa ponerme. ‘’Juan Magan-Ella no sigue modas’’ Retumbaba
en la habitación. Corriendo bajé el volumen. Abrí el armario que estaba en la
izquierda de la habitación y busqué algo cómodo y fresquito. Finalmente decidí
una camiseta de manga corta morada con unos pantalones cortos vaqueros. Apagué
la música y el ordenador. Seguidamente, bajé al comedor.
-Hola,
mamá. Me ha dicho Lydia que hoy nos vamos a Faunia. Habrá que hacer bocadillos.
¿Te ayudo? – le dije con una sonrisa en la cara.
-No, ya
los hice yo. Me levanté temprano. Tienes tostadas en la mesa. Desayuna y nos
vamos.
Retiré un
poco la silla y me senté. Las tostadas aún estaban calientes.
-¿De qué
has hecho los bocadillos?
-De
mortadela, de tortilla, de pollo y de chorizo.
-Vale.-
dije sin muchos ánimos.
Mientras
me comía aquella sabrosa tostada, pensé en la conversación que tuve ayer con
Sofía.
-Tía,
vendrás mañana a la fiesta por la noche, ¿no?
-Pff. No
lo sé. Todavía no lo he preguntado. Mañana se lo diré pero tendré que hacer
algo para contentar a mi madre para que diga que sí.
-Ayúdala
con las cosas de casa. Así seguramente te deje.
Sofía lo
tenía más fácil que yo con estos tipos de temas. Sus padres le consentían todo.
Mientras que a las 3 de la mañana estuviera en casa, podía ir a cualquier
sitio.
-La
fiesta es a las 11, ¿no?- pregunté.
-Sí. –
afirmó poniendo un emoticono de una sonrisa.
-Le
podría decir a mi madre que me quedo a dormir en tu casa.
-Vale.
Pero y si llama a mi casa preguntando si te falta algo, ¿qué hacemos?
-Le diré
que me llame al móvil, que tenéis el teléfono roto.
-Por mí
vale. Te prepararé la cama de abajo, así cuando volvamos no tenemos que
preparar nada.
-Jajaja.
Vale. A demás, si no la haces, difícilmente la podremos hacer. Sobre todo tú.
Con lo que sueles beber en las fiestas ;) – le dije.
- Vale,
vale. Lo he pillado ¬¬.
-Bueno me
tengo que ir. Cierro Tuenti que oigo pasos.
-Vale,
adiós. Mañana pregúntaselo.
-Que sí,
que sí. Adiós.
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