Aunque la
conversación con José la ha ayudado bastante, todavía no puede olvidarse de
Sofia. Piensa en aquella conversación. En lo que se dijeron. Se pasó cinco
pueblos. ¿Será ese el fin de su amistad? Se han ayudado mucho mutuamente y se
quieren o se querían mucho. Ella la ayudó en la fiesta para irse con José.
Puede que sea mejor que sus caminos se separen y dejen de hacerse daño. Está
hecha un verdadero lio. Necesita despejarse. Y en ese caso, la música no le
ayudaría, lo contrario. Le haría pensar más en ella. Necesita salir a dar un
paseo.
-Mamá
salgo un momento, no tardo.-dijo Lucia.
-Vale, a
las 8 aquí.
-Sí.-dijo
Lucia sin mucho afán.
-No voy a
estar una hora y media en la calle- pensó.
Caminando
y caminando se fue pasando el tiempo. La verdad, no sabía por qué había salido.
Se puso una coleta, ya que tenía un poco de calor. En aquella época del año
casi nadie salía con abrigo y la mayoría estaban en manga corta, incluida ella.
Estaba agotada psicológicamente. Tras un tiempo caminando, se sentó en un banco.
Se recogió las piernas y apoyó su cabeza en ellas. ¿Qué hacía allí? Piensa lo
mismo que pensaba en su casa. Está sentada enfrente de un escaparate de
cristal. En él estaba reflejada ella y toda la gente que pasaba. Detrás de
ella, creyó haber visto a una persona familiar. ¿Será su imaginación? Se gira
para confirmar. Está ahí realmente.
-Ah,
hola.- dijo Lucia.
-¿Me
puedo sentar? Ya me ha contado Sofia lo que os ha pasado.
-Sí
claro.- dijo Lucia sin extrañarse nada en aquellas palabras. Conociendo a Sofía
ya lo sabrán hasta en Italia.
-¿Estás
bien?- dijo finalmente Rocio sin saber muy bien que decir.
-Oye
mira, si has venido para sacarme información sobre mi estado, te puedes ir
largando.
-¿Porqué
iba a hacer yo eso? Soy tan amiga de Sofia como tuya. No soy una especie de
espía.- dijo un poco molesta.- Solo me he preocupado de cómo estabas.
-Gracias.
No hacía falta. Estoy bien.- dijo Lucía sin apenas mirarla.
-Oye si
vas a estar así conmigo me marcho por donde he venido.
-¡¡Es que
estoy harta de todo!! Harta del mundo, harta de la gente. De todo.- dijo Lucia
realmente furiosa.- ¿Porque me guste mucho un chico tengo que ser una puta?
Pues no.
-Yo no te
he dicho nada de ser una puta o no. Yo te estoy diciendo que cómo estás, porque
realmente me interesa. Soy o creo que soy tu amiga. Y me preocupo por ti. Pero
ya veo que te molesto, asique me iré.- dijo Rocio levantándose del banco.
-Vale,
adiós.
Pff.
¿Ahora también odia a Rocio? No puede ser. Necesita un cambio de aires. Nuevas
amistades. Ese grupito en verdad no me gustaba. Sé que me criticaban a mis
espaldas. Ellas no eran amigas de verdad. No sabía qué hacía con ellas. Mejor
sola que mal acompañada. El tiempo pasaba. Aún era de día aunque ya era las
19.00h. No sabía qué hacer. Necesitaba apoyo. ¿Se lo debería decir a su madre?
No. Porque la preguntará el porqué se enfadaron y ella le tendrá que contar lo
de José. En este asunto estaba sola.
-Ya es
hora de irse.- pensó.
Se
levantó del banco y regresó a su casa.
Durante
el camino era como si no estuviese. No prestaba atención a lo que pasaba a su
alrededor. Incluso cree haber empujado a unas personas, pero no se enteró de lo
que decían.
Ya casi
había llegado a su casa cuando, al empujar a una señora, la tiró.
Inmediatamente la ayudó a levantarse y le pidió disculpas, a lo que ella la
dijo que hay que mirar por donde se va. Seguidamente, una chica que tenía más o
menos 16 años corrió y ayudó a la anciana.
-Lo
siento mucho yo… yo.- Lucia no sabía que decir.
-No te
preocupes. Está bien, la próxima vez tengo más cuidado.
-Sí
claro.
-Me llamo
Carla.- dijo con voz dulce.
-Yo me
llamo Lucia, encantada. ¿Necesitas ayuda?
-Lo mismo
digo. No, no gracias. Ya nos veremos por aquí. Me tengo que ir.
-Sí, ya
nos veremos. Adiós.
Carla y
la anciana se fueron lentamente. Lucia también prosiguió su camino. Y a se
estaba empezando a hacer tarde.
-¡¡Hola,
ya estoy en casa!!- gritó Lucia al abrir la puerta.
-Ah.
Hola, justo a tiempo. Ayuda a Lydia a colocar la mesa para la cena.
-Sí,
ahora voy.
Mientras
que ayudaba a la pequeña, recordó que había quedado con José para hacer una
videollamada por la noche. No se podía dormir-.
-¿Dónde
has ido?- preguntó Lydia.
-A ningún
sitio. Me he ido a despejar un poco del fin de semana. Que mañana tengo que
madrugar mucho.
-¿Por
qué?
-Porque
mañana tengo una excursión.
-Ah. ¡¡Yo
me quiero ir contigo!!
-Jajaja.
No te lo recomiendo. Vamos a ir a ver un museo de Madrid. Va a ser realmente
aburrido.- dijo Lucia intentando convencer a Lydia.
-Jooo.
Mis excursiones son más divertidas.
-Porque
tú eres especial.- dijo Lucia dándola un beso un la mejilla.
-Yupiiiiiiii.
-¿Qué
está pasando aquí?- dijo Paula.
-Nada que
Lucia me ha dicho que soy espechial.- dijo Lydia.
-No,
cariño. Espechial, no. Es especial.
-Espechsial.-
dijo Lydia intentándolo.
-E-s-p-e-c-i-a-l.-
dijo Paula, para que lo entendiera mejor.
-Espesial.
-¡¡Casi!!
Inténtalo de nuevo.- dijo Lucia animándola.
-Especial.-
dijo Lydia sonriendo.
-¡¡Sí!!-
dijo Lucia, cogiendo a Lydia.
Paula
aplaudió.
-¡¡Yujuu!!
-Bueno
chicas, creo que ya es hora de cenar, ¿no?- dijo el padre, Carlos, llevando la
cena a la mesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario