Estaba
paralizada. Era lógico. El chico más guapo del universo está sentado a su lado.
Y encima la había acompañado. A ella. ¿Se pasarían así toda la noche? No estaba
dispuesta a pasar una de mejor noche de su vida sentada en un sofá bebiendo una
fanta de naranja mirando a las demás parejas bailando.
Antes de que
Lucía dijese nada, escuchó un susurro.
-¿Quieres
bailar?- le dijo José con una voz muy dulce.
A Lucía
se le habían subido los colores en unos pocos segundos. Sentía la sensación de
su boca tan cerca…
-Cla-claro.-
respondió ella con una sonrisa tonta.
José
cogió delicadamente la mano de Lucia. Ella se dejó llevar. En pocos segundos,
se encontraban bailando una preciosa canción para los enamorados de la sala.
Los dos se miraban fijamente. Sentían una gran atracción en ambos. Se tenían
tan cerca y a la vez tan lejos.
Bailaban
juntos, pero no decían nada. Todas las personas de la sala solo se fijaban en
ellos dos.
Estaban
ambos muy nerviosos. En medio del baile, Lucía, cogió del brazo a José y le
condujo hasta el jardín de aquella casa. Se sentaron en un banco de piedra que
había en el jardín, delante de una fuente. Se miraron fijamente. Los ojos de
Lucia empezaron a iluminarse.
-Lucía,
me encantan tus ojos cuando están así.
-¿Cómo
están?- preguntó ella un poco nerviosa.
-Tus ojos
me iluminan. Brillan como nunca había visto brillar unos ojos.
-Gracias.-
dijo ella sorprendida.
José se
iba inclinando poco a poco hacía la boca de Lucia.
¿Qué
hace? Pensó ella. Lo quiere. Lo desea. Pero, ¿es el momento idóneo? La está
casi rozando.
Lucia
amaga el beso y la boca de José acaba en su mejilla.
-Lo
siento. Me dejé llevar. Será mejor que me vaya.
Lucía se
sentía mal. ¿Qué acaba de hacer?
-No, no.
Espera. No sé lo que me ha pasado.- dijo Lucia cogiendo de la mano a José,
levantado ya del banco.
Lucia se
levantó y se puso junto con él.
-Es que,
no me creo todo lo que me está pasando. Los nervios me han traicionado.
-¿No te
crees lo que te está pasando? No lo entiendo.- dijo José sin entender nada.
-Pues sí,
tonto. No nos conocemos de nada. Solo de esta mañana. Solo hablamos una vez y
unas horas después estamos los dos. En una fiesta. Casi besándonos. Me confunde
un poco, compréndeme.
-Te
comprendo. A mí me pasa lo mismo. Pero es que tú eres muy especial para mí. Me
siento gusto y cómodo contigo. Aunque no
hablemos. Hace unos segundos me dejé llevar, creyendo que…
Lucia no
le dejó terminar. Cuando José se quiso dar cuanta, los labios de Lucia estaban
sobre los suyos. Era un momento mágico para los dos. Se separaron lentamente.
Ese fue un momento que ninguno quería que llegase. Estaban cómodos cada uno
entre sus brazos.
-No
hables tanto.- dijo Lucia sonriéndole.
-Si lo
llego a saber, me paso toda la noche hablando.-respondiéndola con una sonrisa
verdadera. De oreja a oreja.- ¿Volvemos?
-Sí,
claro.
Entraron
al salón cogidos de la mano.
-No nos
han quitado ojo.
-Rectifica.
No te han quitado ojo. Es que estas muy bueno.- dijo Lucia sacándole la lengua.
Una
música lenta reinaba en la sala. Pero a José y a Lucia no les importaba. En aquel momento les daba igual todo. El
mundo no existía. Solo ellos dos. Él y ella. Los dos. Uno solo. El tiempo que
se conocían parece 2 años. Se han abierto muy rápido. ¿Será bueno? No lo saben.
Pero los dos han decidido arriesgar. Ninguno quería que la noche acabara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario