Paula
despertó temprano a Lucia para que no llegara tarde.
-Ya me
levanto, mamá.
-Vale
pero no tardes.
Lucia se
levantó poco a poco. Era demasiado pronto y ella se acostó demasiado tarde.
Aunque no le importó. Ya recuperará otro día el sueño. Eligió rápido la ropa y
bajó al comedor. Había unas tostadas. Se las comió sin muchas ganas.
-Bueno,
mamá. Recojo esto y me voy.
-Vale.
Hoy tendrás que irte tú sola.
-Vale.
A su
madre no la gustaba que su hija fuera sola al instituto. Pero cree que ya debe
de ser hora para que la deje.
-Mamá me
voy.
-Vale que
te diviertas.
-Lo
intentaré.- susurró.
No tenía
ganas de volver a madrugar, y mucho menos, de volver a verlas. Ese pensamiento
le quitaban las ganas de todo. Caminaba lentamente. Le daba igual llegar tarde.
Mejor. Así no tendría que estar con ellas. ¿Lo hace? No. Ella no es de ese tipo
de personas. Tarde o temprano las tendrá que ver. Ya casi había llegado en el
lugar que quedaron para salir todos, cuando se encontró con alguien.
-¡Hoola!
¿Qué haces tú por aquí?- dijo Lucia.
-Nada.
Jajaja. Es que una amiga me invitó a ir a un museo. Me encantan.- dijo Carla.
-Ah.
Entonces vas donde yo. Mi instituto hace esa excursión.
-¡Qué
sorpresa!
-Jaja
pues sí.
Lucia no
se esperaba encontrarse con Carla, y menos hoy. Pero piensa que va a ser lo
mejor que va a suceder hoy, asique tendría que aprovecharlo.
-Oye que
tal la anciana.
-¿Qué
anciana? Oh. Ella es mi abuela. Y está bien, no fue nada.
-Ah. Es
que me quede un poco preocupada.
-No
tranquila. Oye, ¿tú vives por el barrio?
-Sí. Una
calle más abajo de donde nos conocimos.
-Ah.
Entonces vivimos casi al lado.
-Nunca te
he visto.
-Ya, es
que me acabo de mudar.
-Ahm. No
vi ninguna mudanza. Jajaja.- dijo Lucia sonriendo.- Bueno ya casi hemos
llegado.
-Jajaja.
Sí. ¿A ti te gustan los museos?
-Bueno…
ni sí ni no. Más bien lo hago por no ir a clase. ¿Y a ti?
-Jaja. A
mí realmente sí me gustan. Por eso posiblemente me llamen ‘’rarita’’.
De
primeras no parecía para nada una ‘’rarita’’. Era pelirroja, pelo rizado, ojos
verdes, cuerpo normal… ¡De dónde se sacan que es una rarita! Si es muy
simpática.
-Eres muy
simpática y de aspecto no te pareces a ningún bicho-raro de esos.- dijo Lucia
sonriendo.
-Ya… pero
por mis gustos y aficiones sí lo soy.
-¿Y por
qué eres rara? Y, ¿si los raros son ellos? ¿Cuáles son los malos, y quiénes son
los buenos? Estoy harta de la gente que te juzga por lo que haces. Sí realmente
te gusta una cosa, nadie te tiene que juzgar por ello.
Carla se
quedó totalmente asombrada con las palabras que acababa de decir Lucia.
Verdaderamente, tiene razón. Si a ti te gusta una cosa, nadie te debería de
juzgar por ello.
-Tienes
razón.
Tras un
rato hablando con Carla, llegaron por fin al lugar donde habían quedado. Por
‘’suerte’’ las únicas personas que estabas eran Sofía, Rocío, Alexia y ellas
dos. ¡Qué divertida iba a ser la espera!
-¡Oh!
Mira quién se acerca.- dijo Sofia.
-¡Oh!
Mira quién está. La que creía mi amiga pero luego va diciendo cosas a mis
espaldas.- la respondió Lucia.
-Qué
penita. ¿Tú novio no te quiere? Lógico. Habrá encontrado a una chica mejor.
Total, en un día puedes llegar a hacer tantas cosas…
Esas
palabras a Lucia la resbalaban. Ella sabe perfectamente como está con su novio.
-¿Te
sientes mejor por decir eso?
-¿Y tú te
sientes mejor por decirlo?
-Venga
chicas parad ya.- dijo Rocío.
Carla,
que no sabía lo que pasaba, se fue con su amiga, que curiosamente, era Alexia.
-Mira,
incluso tus acompañantes vienen a nuestro lado.- dijo Sofía haciendo referencia
a Carla.
-Carla se
va con quien quiere. Yo solo la acompañaba, ¿vale? Ahora si no te importa deja
de meterte en mi vida y busca un poco en la tuya.
Lucia
sabía perfectamente cómo hacer verdadero daño a Sofia. Pero ella no quería eso.
Quería tener un viaje relajado. Asique tenía que medir bien sus palabras.
-Yo me
meto donde me tengo que meter. O es que ya no te acuerdas que el sábado si no
te llego a salvar el culo no hubieses estado con José.
-Mira yo
ya te lo agradecí en su momento. Y no creo que te tenga que hacer una
escultura, porque yo también te he encubierto muchas veces.
Sofía no
sabía qué decir. Las palabras de Lucia tenían mucha verdad.
-Ya lo
sé. Porque hay que ser idiota. ¿Y tú novio dónde está?
-Mi novio
está en…- dijo Lucia sin poder terminar la frase.
-Su novio
está aquí.- dijo José que acababa de llegar tras una gran carrera.
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