viernes, 27 de enero de 2012

Capitulo 2!


Había muchos baches en la carretera de camino a Faunia.
-Lydia, ¿qué quieres ver primero?- le preguntó mi madre.
-Hmmm. ¡Los delfines! ¡Los delfines! – dijo ella, casi saltando del asiento trasero del coche.
-Lydia relájate, que te vas a dar con el techo- le dije sonriente.
En 30 minutos llegamos. Sabía que me esperaba un día bastante duro. Pero tenía que ayudar a mi madre con Lucia, si quería que me diera permiso para ir a aquella fiesta.
-Mamá, ¿en qué te puedo ayudar?
-Hm… mira a ver si en el itinerario de visita pone cuando es lo de los delfines.
-Vale- dije sonriente.
Cogí el itinerario. Busqué y encontré. Espectáculo de delfines a las 12.30. Miré el reloj. ¡Son las diez!
-Mamá el espectáculo es a las 12.30 y son las 10.00
-Pues a ver. Lydia quedan 2 horas y 30 minutos para ver a los delfines. ¿Qué quieres ver de mientras?
-No sé. – dijo la pequeña mirando a su alrededor en busca de algún animal. Vamos a ver las jirafas.
-¡Lydia, no corras! – dije yo detrás de ella.
Aunque Lucia era rápida, yo tenía las piernas más largas. Asique la cogí enseguida.
-No vuelvas a hacer eso, ¿me oyes?
-Sí, pero ¡mira! – dijo Lydia señalando a un sitio todo el rato.
Me giré y vi a un señor subido en el cuello de una jirafa. Me entraron ganas de reír, ya que la jirafa no paraba de mover su cuello para que el intruso se bajase.
Mis padres llegaron y les enseñé lo que estaba pasando. A lo lejos, se podía a ver a varios monitores llegar corriendo. Hicieron bajar al hombre y le dijeron que no lo volviese hacer.
-Son las 10.30 ¿Por qué no vamos a algún sitio para descansar y tomar algo antes de ver los delfines?
-Vale. A demás no he desayunado muy bien. Tengo hambre.- dijo mi padre.
Cerca de allí había una pequeña cafetería. Acompañé a mi padre para decirle lo que me apetecía. Salí fuera y me senté junto a Lucia. Esperamos un tiempo y podíamos ver a mi padre, trayéndome el ‘’mini-desayuno’’ que me había pedido. Detrás de él, venía un chico joven. Más o menos de mi edad. Que le ayudaba trayendo las bebidas. El chico era muy guapo.
-Voy un momento al baño.- dije rápidamente, después de que el chico se fuera de nueva dentro del bar.
Le encontré.
-Hola. – dije con una sonrisa en la cara.
-Hola.  – dijo él.
Tenía unos ojos verdes preciosos. Tenía el pelo moreno.
-¿Os falta algo?- dijo amablemente.
-No, no. Está todo perfecto. Es que creía que te conocía de otro sitio.- mentí.
-Ah… Pues creo que no.- dijo con una sonrisa, en la que se podía ver sus perfectos dientes blancos.
-Pues creo que va a ser eso. Jajaja.
-Oye, ahora me tengo que ir a trabar. Pero toma, llámame cuando quieras.- me dijo dándome su número apuntado en una servilleta.
-¡Claro! – le dije yo. Pensando que había cumplido mí objetivo.- Ya me tengo que ir. Mi familia me espera.
-Lo mismo digo. Bueno mi familia no, los clientes.- dijo un poco nervioso.
-Jajaja, ya me imagino. Adiós, cuídate.
-Adiós.
Salí contenta de la cafetería. Olvidando que había tardado mucho para ir al baño.
-¿Has tardado mucho, no? – preguntó mi madre levantando la ceja.
Pillada, pensé.
-Sí… Es que había mucha gente y he tenido que esperar a que salieran.
-Ah vale. Creo que tu ‘’mini-desayuno’’ se ha quedado frío. Ahora lo tendrás que comer así.
La verdad es que no me importaba. ¿Y si le pido a aquel chico que me acompañe a la fiesta? No. Es demasiado pronto. Y… ¡ni siquiera sé cómo se llama! Soy una idiota. Me da su número de teléfono y no le pregunto su nombre. Disimuladamente abro la servilleta que contenía su número. Veo que pone:

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